
Por Jaime Tranca | jaimetranca@gmail.com
Desde hace ya varios años se ha dicho y repetido que la música criolla está camino a la extinción, que los grandes compositores han muerto, que los intérpretes solo viven de las canciones del pasado y que las nuevas generaciones prefieren los ritmos actuales. Sin embargo, este género musical aún está presente e incluso su vigor cobra mayor fuerza en celebraciones de julio, con las Fiestas Patrias, y en octubre, en el Día de la Canción Criolla.
Darío Mejía, reconocido investigador de la música criolla, considera que la falta de difusión en las radios y el apoyo por parte del Estado ha hecho que se tenga esta equivocada percepción respecto a la música que nos ha obsequiado no solo grandes canciones como “El plebeyo” y “La flor de la canela”, sino también nos ha dado motivos para sentirnos más orgullosos de ser peruanos.
Mejía Sifuentes nació en Barrios Altos, en la calle Tigre (hoy jirón Ayacucho) en 1957. Si bien creció en la zona donde desde antaño se respiraba jaranas y se realizaban diversas actividades tradicionales de Lima, fue recién después de los 40 años cuando empezó a investigar sobre música criolla y escribir artículos que rescataban anécdotas, datos curiosos e incluso errores históricos respecto a este género musical.
Tras culminar sus estudios de Ingeniería Mecánica en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), continuó sus estudios en Melbourne (Australia), donde se graduó en Economía Aplicada a los Negocios, en la Universidad de Victoria. Y en la misma universidad se graduó en dos maestrías: Master in International trade y Master of Business Administration (MBA). Luego empezó a trabajar como analista estadístico y él considera que su obsesión por los datos exactos también lo impulsó en esta tarea de investigar sobre nuestra música.
“Como yo crecí en los Barrios Altos, viví muchas de las tradiciones que tenía Lima. Pero empecé a escribir más sobre música cuando me di cuenta de que existían varias contradicciones en fechas, detalles. Así fue que empecé a investigar, por mi misma formación analítica. Para mí era muy importante que los datos sean correctos, que todo coincida”, nos explica Mejía Sifuentes que al principio publicaba sus artículos en foros y hoy es difundido por diversos medios, redes sociales e incluso lo han pirateado innumerables veces.
A continuación, reproducimos la entrevista que nos brindó el investigador peruano, quien nació un 25 de octubre, a pocos días del Día de la Canción Criolla.

¿Hubo algún motivo en especial para elegir el 31 de octubre como el Día de la Canción Criolla?
Sobre ese tema mucho se ha especulado. Se decía, por ejemplo, que inicialmente se eligió el 18 de octubre pero como en esa fecha se realizaba la procesión del Señor de los Milagros, se cambió para el 31, pero no hay evidencia, solo se ha mencionado extraoficialmente. En mayo pasado, cuando vine a Lima, me propuse investigar sobre el tema y revisé los periódicos de la época, y desde el 9 de dicho mes ya había reuniones para declarar la celebración para el 31 de octubre, y nunca se tomó en cuenta el 18. Entonces, se presentó la moción para que sea aprobada el Día de la Canción Criolla en esta fecha, aunque el 18 de octubre casualmente se firmó la resolución ministerial. Ahora, ¿por qué se eligió el 31 de octubre? Seguramente porque al día siguiente era feriado.
Siempre se repite que la música criolla está muriendo, se dice que no salen nuevas canciones emblemáticas, nuevos intérpretes o compositores, que de hace tiempo no sale alguien del nivel de Felipe Pinglo o Chabuca Granda. ¿Usted considera que, efectivamente, la música criolla está muriendo?
No, solo es un cliché que se viene repitiendo por años. A fines de la década de 1930, Aurelio Collantes, conocido como “La voz de la tradición”, escribió un artículo en la revista Altavoz, donde decía que la música criolla estaba muriendo. Él era un gran investigador y además componía letras que fueron convertidas en valses y otros ritmos, era una gran versador. Y aún así, él dijo que esta música estaba muriendo. Han pasado más de 80 años y la música criolla continúa. Es difícil que muera.
Lo que sucede es que las radios difunden más la música comercial, la música que se vende, la que está de moda, pero no toma mucho en cuenta el aspecto cultural. Aún así, hay lugares donde sí se difunde todavía este género, uno de ellos es La Catedral del Criollismo donde cada viernes se reúnen grupos de criollos que se reúnen para cantar y grabar. Y lo que se escucha ahí no lo vas a escuchar en ningún otro lugar. Otro lugar es El Sabor de la Marinera, en Breña, un lugar donde varios jóvenes practican la marinera limeña, y así hay otros lugares. Lo que sucede también es que tal vez tampoco son protagonistas de escándalos, lo que le gusta a la prensa.
Es difícil que muera la música criolla porque es parte de la idiosincrasia del peruano, y eso siempre va a estar ahí, presente.
En algún momento de su historia, ¿la música criolla fue la música comercial que estaba de moda?
Sí, hablamos de la década de 1940 y 1950. En esas dos décadas, la música criolla era lo que estaba en todas las radios, tenían varios programas que se dedicaban a difundirla. En los 60 también estaba de moda, pero no con tanta fuerza como en los 50, considerada la “década de oro” de la música criolla. En los 70 tuvo algo de fuerza, pero empezaron a llegar nuevos géneros a nuestro país y las radios empezaron a colocar la música que estaba de moda en el resto del mundo.
A veces se tiene una percepción de que los cantantes de antaño y los compositores eran bohemios que vivían el momento y muchos de ellos incluso no tenían dinero. ¿Fue así o en algún momento la música criolla sí generaba buenos ingresos para los cantantes y compositores?
Sí había cantantes que ganaron un montón de dinero. Por ejemplo, el trío Los Morochucos, y quizás hubiesen ganado mucho más dinero si es que viajaban a Estados Unidos, pero finalmente no lo hicieron. Además, el trío se rompió y cada uno se fue por su lado. Otros grupos a los que también les fue muy bien fueron Los Chamas, y Los Embajadores Criollos. Lamentablemente, algunos no supieron guardar pan para mayo, despilfarraron el dinero. Así como pasaba con algunos futbolistas, algunos intérpretes no pudieron controlar la fama y eso les afectó tanto a nivel personal como económico.
Mencionó al investigador Aurelio Collantes, quien afirmaba que la música criolla iba a desaparecer. ¿Por qué hizo tal afirmación si a finales de los 30 recién estaba siendo reconocido Felipe Pinglo como uno de los más grandes compositores?
Quizás lo dijo porque en aquella época, en la década de 1930, el tango entró con mucha fuerza en nuestro país. Entonces, costaba mucho trabajo que la música criolla supere al tango en el gusto de la población. En los cancioneros de la época, la mayor cantidad de letras de canciones publicadas eran tangos, y la programación de las radios estaba copada por este género. La música criolla tenía muy poco espacio. Y el tango viene a suplantar a la música norteamericana como el foxtrot y el one step, ritmos que dominaron en la década de 1920. Si bien en la década de 1930 todavía dominaban esos géneros, el tango llegó para dominar el ambiente musical.
Hay otro asunto que también se repite siempre. Se dice que cuando nació la música criolla sufría discriminación porque no era lo que escuchaba o debía escuchar la “gente de bien”. ¿Fue así, hubo discriminación?
Lo que pasa es que, en esa época, lo que bailaba la aristocracia era música llegada de Europa como el vals, tanto vienés como el que venía de España, y de otras partes de dicho continente. La polka también era otro ritmo que venía de Europa. Entonces, los salones de baile estaban copados por gente limeña y extranjeros, y ellos escuchaban esos ritmos, mientras que la música criolla, como por ejemplo la zamacueca, se practicaba en callejones, entre la gente pobre. El vals se bailaba en grandes salones, con pasos largos, pero como en los callejones no había tanto espacio convirtieron esos pasos largos en cortos. Además, en ese entonces la zamacueca, lo que hoy es la marinera, sufrió también una adaptación de ritmos españoles y se mezcló con ritmos africanos.
La zamacueca era considerada música del pueblo, la cual bailaban solo los peones, la gente pobre, por eso en los grandes salones era muy raro escuchar este género. Aunque por ahí leí una nota de El Comercio, de mediados de 1850, donde una orquesta se atrevió a tocar zamacueca y la gente salió a bailar. Fue como ahora, cuando se baila ritmos más “recatados” y de repente alguien pone un reguetón sale todo el mundo a bailar, como si lo tuviera dentro. Entonces, cuando alguien se atrevía a tocar zamacueca, la gente salía a la pista y lo bailaba. Pero eso no pasaba solo en el Perú sino a nivel mundial: cuando había ritmos que bailaba la aristocracia, la gente de pueblo acondicionaba la música a su gusto, le daban su toque, su sazón y hacían variaciones.
Pero esta situación cambió a inicios del siglo XX, con decir que los primeros discos que se grabaron fueron de música peruana, música del pueblo; por ejemplo, el dúo Montes y Manrique. Esa era la música que escuchaba la “gente de bien” porque para escuchar esos discos tenías que tener un aparato reproductor que la gente del pueblo no tenía.

En una entrevista que usted rescata, a Felipe Pinglo, él menciona que no podía pagar para convertir su música a partituras porque era muy caro. ¿Esto hizo que mucha música criolla se haya perdido en el olvido?
La música criolla en su mayoría era practicada por obreros, gente que en su mayoría no sabía leer un pentagrama y tocaban de oído. Entonces, esta situación hizo que muchas canciones se perdieran en el tiempo porque no hubo registro discográfico y tampoco partituras. De muchas canciones solo se ha rescatado la letra a través de los cancioneros, pero no se sabe la música que tenían. A Felipe Pinglo, cuando aún estaba vivo, solo le imprimieron tres de sus composiciones a partitura: “Rosa Luz”, “El huerto de mi amada” y “El plebeyo”. Aunque realmente fueron cuatro, con “Bouquet”, pero Pinglo no lo menciona en esa entrevista porque fue publicada con otro nombre, fue alguien que pirateó esa canción.
¿En qué momento la música criolla comienza a consolidarse?
Es a fines del siglo XIX. Antes de eso había valses peruanos pero tenían ritmo europeo. Esas canciones lo único que tenían de peruano eran los músicos, como solía decir Manuel Acosta Ojeda.
Es decir, ¿aún no incluían instrumentos como el cajón peruano?
El cajón se utilizaba desde mediados del siglo XIX con la zamacueca, también en el tondero y en la denominada música negra. En el vals, recién se empieza a utilizar el cajón a fines de la década de 1940, y fue la cantante Yolanda Vigil, “La peruana”. Ella actuaba en el Embassy que quedaba en la plaza San Martín, y su cajonero era Francisco Monserrate, “La máquina”. Él solo tocaba cuando Yolanda cantaba un tondero o una marinera, después descansaba. Hasta que una noche se le ocurre acompañar a Yolanda Vigil en un vals y a la gente le gustó, y luego se puso de moda, se extendió. Los cajoneros de la época también hicieron lo mismo y ahí fue cuando el cajón se acopla al vals.
Supongo que la inclusión del cajón en el vals generó críticas…
Claro, los puristas, especialmente César Santa Cruz. A él no le gustaba. Y también hubo otros, pero los críticos eran pocos y a los que les gustó eran más, entonces pegó y el cajón se quedó. La música está en constante evolución, si una música no evoluciona va a morir.
¿En qué momento la música criolla tuvo esa evolución que la llevó al sitial que tiene ahora?
Se dice que el vals criollo tiene un antes y un después de Pinglo. Antes de Pinglo había casi un mismo ritmo para todos los valses, pero luego él introduce nuevas armonías, cambios que muchos músicos no hacían porque les parecía difícil hacer esos cambios armónicos. Algunos incluso decían que no tocaban la música de Pinglo porque no les gustaba, pero era más porque no podían hacer esos cambios armónicos. Pinglo no solo cambió el destino de la música sino también de las letras porque él escribía sobre lo que sucedía a su alrededor, a diferencia de otros que tomaban letras de poemas. Él comienza a crear canciones con música y letras propias. Él fue un punto de referencia, un punto de quiebre.
Respecto a los cambios armónicos que hacía Pinglo, se menciona que lograba tocar esos ritmos porque era zurdo y, a diferencia de otros zurdos que cambian el orden de las cuerdas de la guitarra para tocar como se hace normalmente, él no cambiaba el orden…
Sí, fue así. Cuando tocaba, a veces agarraba la guitarra de otro y tocaba normal, no cambiaba el orden de las cuerdas, y eso descuadraba a los músicos, incluso a los zurdos. Él tenía esa habilidad.
¿Por qué no hay una grabación en voz de Pinglo si en esa época ya existían los discos? ¿Era muy caro? ¿No había la tecnología en el Perú?
Hubo muchos factores. En Lima se graba en 1913 y 1917, y de ahí se volvió a grabar en 1928. Y se graba en el 13 y 17 porque la disquera Victor llegó al Perú y buscó intérpretes. En el 28 fue la casa Castellano que decide grabar discos con puros cantantes criollos. Luego la misma casa lo vuelve a hacer en 1930, pero solo con los cantantes que habían participado en la fiesta de Amancaes, y casi todo el repertorio fue de música andina. En el 38 se vuelve a grabar en Lima, pero ya había empezado la guerra en Europa, eso se sumó a la depresión del 28 que afectó a todo el mundo. Cuando Pinglo estaba vivo no le grabaron, pero es que tampoco se grababa mucho, solo se hacía en Estados Unidos. En Argentina se empezó a grabar en los 40. En cambio, en el Perú no se graba en cantidad hasta el año 1952, cuando representantes de la RCA de Chile viajaron a Lima. En ese entonces grabaron unos sesenta temas, y entre los músicos figuraban Los Morochucos y Filomeno Ormeño, músicos que en ese entonces estaban de moda.
Felipe Pinglo es considerado el más grande compositor de la música criolla. ¿Quién más está en un nivel similar?
A nivel de grandes compositores están Chabuca Granda, Luis Abelardo Takahashi Nuñez, Manuel Acosta Ojeda, Mario Cavagnaro. Si lo vemos desde el aspecto comercial, está Augusto Polo Campos. Después ha habido también otros compositores como Lorenzo Humberto Sotomayor, y más adelante está también Félix Pasache, a quien se le recuerda porque con él termina una generación de criollos que pasaron a la historia, sobre todo por su composición “Nuestro secreto” que se convirtió en un hit de la época y hasta ahora se interpreta. Otras composiciones que se hicieron en ese entonces gustaron en su época pero ya no se interpretan, ya se olvidaron, pegaron por un corto tiempo nada más. También tenemos la de Polo Campos, “Contigo Perú”, más que todo porque se ha utilizado esa canción en el ámbito futbolístico.
Y antes de Pinglo, ¿hay compositores de los que siempre nos olvidamos o no hubo mucho registro?
Sí, antes de Pinglo tenemos a Pedro Bocanegra, también a Nicanor Casas. Aunque antes se conocía más a los intérpretes como Montes y Manrique. Casi contemporáneo con Pinglo tenemos a Eduardo Márquez Talledo, también a Manuel Raygada, y ambos han dejado composiciones clásicas en la música criolla. Hay varios compositores destacados que hasta ahora se les canta, se les escucha.
Hay canciones que ayudaron en general al impulso de la música criolla, y una de ellas es “El plebeyo”. ¿Qué tan importante es esta canción para este género musical?
“El plebeyo” fue muy importante porque es un drama muy común, y hasta ahora ocurre ese tipo de casos en la sociedad. Los prejuicios nunca van a pasar de moda. En esa época especialmente había muchos prejuicios en cuanto a las clases sociales. Antes, se pensaba que una mujer tenía que casarse con alguien de su misma clase, que no podía fijarse en alguien de una clase inferior. Entonces, “El plebeyo” habla sobre eso y se pregunta “¿por qué los seres no son de igual valor?” si ”mi sangre aunque plebeya también tiñe de rojo”. La canción fue un éxito y tenía que estar sí o sí en el repertorio de la mayoría de intérpretes, y por años ha influenciado a varios músicos.
¿”El plebeyo” rompió esquemas por la letra en sí o por la música?
Antes era muy raro que alguien creara o tocara un vals describiendo problemas sociales. Más describían, por ejemplo, temas como la guerra. Hay un vals llamado “7 de junio” donde se toca la batalla de Arica. Con la música se describían hechos históricos o servían como crónicas rojas; por ejemplo, una hay un vals llamado “Alejandrino Montes”, que contaba un crimen que ocurrió en Lima, el que cometió Alejandrino Montes, quien trabajaba en una casa y mató a sus patrones.
En el caso del aspecto social, las canciones como la “Oración del labriego”, que trataba de la gente que trabajaba con la tierra, o “El canillita”, describían dramas de la sociedad. Con estos temas, Pinglo empezó a crear canciones con ese estilo.
¿Hay algún compositor peruano que se distinga por letras más políticas?
Uno de los que denunció a través de la música algunos abusos que se cometían era Manuel Acosta Ojeda, y por ello no lo pasaban mucho en las radios. Él tiene unas composiciones hermosas, y muchos lo consideran a la altura de Felipe Pinglo y es cierto. Lo que pasa es que no se le ha divulgado mucho. Él denunciaba los abusos que cometían las autoridades contra el pueblo, y en las radios no pasaban mucho sus composiciones porque no querían tener problemas con el Gobierno. Estamos hablando de la época militar de la década de 1970. Luego lo empezaron a pasar ya en los 90 y mucha gente pensaba que Manuel Acosta Ojeda recién estaba apareciendo. Eso también le pasó a Pinglo, cuando se ordenó de manera silenciosa que varias de sus canciones no se pasen por la radio, entre ellas “El plebeyo” o “El canillita”. Incluso creían que esas dos canciones eran de Haya de la Torre.

Si los gobiernos, especialmente militares, prohibían algunas canciones, ¿era porque consideraban que la música criolla era también un medio para hacer denuncias contra ellos?
Claro, pero eran muy pocos compositores que se dedicaban a denunciar. Uno de ellos fue Luis Abelardo Takahashi, aunque también Serafina Quinteras, quien se burlaba de los congresistas, diciendo en modo de broma que ellos solo veían su bien personal y no el bien del pueblo. Estamos hablando de la década de 1950, época en que salió “Parlamanías”. Y hasta ahora no ha cambiado nada, todo sigue igual.
Otro caso es el de Manuel Fajardo, quien graba en Estados Unidos una canción en donde también se burla y denuncia a los congresistas. Él también decía, en ritmo de huayno, que los congresistas solo velan sus propios intereses, más que todo económicos. Y él hacía esta denuncia ya en 1921.
Así como “El plebeyo”, hay otras canciones emblemáticas como “La flor de la canela” o “Contigo Perú”. ¿Usted considera que hay canciones de alta calidad que hasta hoy el público no conoce?
Hay una canción de un compositor actual, Fernando Rentería, es el vals “Porque soy peruana”, que es hermosísimo. Es un vals al que yo considero a la altura de las grandes composiciones, pero el problema es que no se difunde, está olvidado por las radios. Y es lamentable porque es uno de los mejores valses que se han escrito en los últimos años.
Así como ese caso, ¿qué otras canciones o compositores no están siendo tomados en cuenta en la actualidad?
Guillermo Suero, un compositor prolífico que tiene valses, marineras y diferentes ritmos. Es muy bueno también, lamentablemente no hay mucho apoyo de las radios. Sin embargo, él está en constante creación de nuevos temas. Él con Rentería serían los guardianes de la música criolla del siglo XXI.
Hay una faceta de Pinglo que no se conoce mucho, la de deportista y cronista deportivo…
Sí, Pinglo escribía crónicas deportivas, y eso influye para que le dedique canciones a varios jugadores de la época. Además, crea la marinera “Alianza Lima”. Pinglo también era futbolista y jugaba en el Alfonso Ugarte, hasta que tuvo una lesión en la rodilla.
¿Pinglo murió en la pobreza?
No necesariamente, él murió como cualquier persona de clase media. Pinglo trabajaba en el área administrativa, en una dependencia del Ministerio de Guerra, que quedaba por Bellas Artes. Pero la pobreza sí llega cuando él fallece. Su esposa empezó a pasar momentos difíciles y se tuvo que ir a vivir a Cantagallo, que en aquel tiempo era una zona pobre.

Usted siempre habla sobre Barrios Altos, que fue importante para el desarrollo de la música criolla en su momento. ¿Qué opina que ahora, cuando se habla de esa zona de Lima, se piensa en inseguridad, en un barrio peligroso?
Lamentablemente ha sido muy descuidado por las autoridades. El gran problema de Barrios Altos es que no es distrito. Si fuese distrito tendría más apoyo económico. Lima Cercado se dedica a promocionar solo lo que más vende pero no se dan cuenta de que la cultura también vende, y zonas como Barrios Altos en otros países tienen mucho apoyo, se han convertido en corredores culturales. En esta zona existen dos corredores culturales que están en el jirón Áncash y en el jirón Junín, en esos dos jirones hay una gran cantidad de historia, hay construcciones coloniales, iglesias y mucha historia.
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