
“De mis cartas has hecho muy poco caso, tratando de entregarme a las astas del toro; y así no permitas que me quiten la vida, pues tu ausencia ha sido causa para todo esto”, le escribió Micaela Bastidas a su esposo José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru II), el 10 de diciembre de 1780, reclamándole al líder de la rebelión contra España por qué seguía en el sur en vez de sitiar Cusco.
La última parte de ese mensaje le da el título al último libro del historiador Charles Walker. Tu ausencia ha sido causa para todo esto (Penguin Random House, 2024), se suma a las obras del reconocido investigador sobre la vida de Túpac Amaru II y la rebelión que terminó con más de cien mil muertos y dejó una huella profunda en la historia Perú y Latinoamérica.
Según indica el propio autor, se trata de “cartas de guerra”, pero también de escritos que muestran el lado más humano de ambos, donde expresaban su preocupación el uno por el otro, y en donde nos enteramos que se decían “Chepe” y “Mica” de cariño.
Son 33 cartas escritas entre noviembre de 1780 y marzo de 1781, de las cuales 28 pertenecen a la correspondencia entre Túpac Amaru y Micaela Bastidas, y cinco son cartas de Tomasa Tito Condemayta al líder de la rebelión. Todas estas misivas son comentadas por el historiador, quien también es autor del libro La rebelión de Túpac Amaru, publicado en el 2014.
Las cartas, agrega el autor, demuestran que Micaela Bastidas era pieza fundamental en esta lucha contra el dominio español pues “evidencian sus múltiples roles como estratega, tesorera, principal consejera de Túpac Amaru y encargada de la logística y de las bases de Tungasuca y Pampamarca”.
Asimismo, las cartas de Tomasa Tito Condemayta a Túpac Amaru también evidencian su participación clave en este proceso histórico, y estos escritos fueron la prueba para ser condenada a una muerte cruel junto a “Chepe” y “Mica”, el 18 de mayo de 1781, en la plaza de Cusco.
En Tu ausencia ha sido causa para todo esto, Charles Walker resalta el valor de estas cartas como documentos históricos, pero también se atreve a afirmar que la correspondencia entre noviembre y diciembre de 1780 “constituye la mejor serie de cartas de amor publicadas en la historia peruana”. Y para que no quede entre las habladurías y suposiciones, el autor aclara que algunos estudiosos sostienen que hubo una relación romántica entre Túpac Amaru y Tomasa Tito, pero no existen pruebas firmes al respecto.
“Estas treinta y tres cartas contienen una enorme cantidad de información y nos aclaran varios aspectos fundamentales de la gran rebelión y de su época. En primer lugar, nos acercan a estos tres personajes y a su lado más íntimo. A pesar de la multitud de estudios, hace falta todavía comprenderlos como personas, su papel en la rebelión y la relación entre los tres. Esta correspondencia es una excelente entrada a los dirigentes y a la rebelión misma y esperamos que su publicación provoque mayores lectores y nuevas investigaciones”, puntualiza Walker.

A continuación, reproducimos una de las cartas de Micaela Bastidas a Túpac Amaru. Se trata de una misiva escrita el 6 de diciembre de 1780.
Chepe mío:
Tú me has de acabar de pesadumbres, pues andas muy despacio paseándote en los pueblos, y más en Yauri, tardándote dos días con grande descuido, pues los soldados tienen razón de aburrirse e irse cada uno a sus pueblos.
Yo ya no tengo paciencia para aguantar todo esto, pues yo misma soy capaz de entregarme a los enemigos para que me quiten la vida, porque veo el poco anhelo que ves este asunto tan grave, que corre detrimento la vida de todos y estamos en medio de los enemigos, que no tenemos hora segura de vida, y por tu causa están a pique de peligrar todos mis hijos y los demás de nuestra parte.
Harto te he encargado que no te demores en esos pueblos, donde no hay que hacer cosa ninguna, pero tú te ocupas en pasear sin traer a consideración que los soldados carecen de mantenimiento, aunque se les dé plata, y esta que ya se acabará al mejor tiempo; y entonces se retirarán todos, dejándonos desamparados, para que paguemos con nuestras vidas, porque ellos (como habrás reconocido) solamente van al interés y a sacarnos los ojos de la cara, y más ahora que los soldados se van retirando, con la voz que Vargas y Oré habían esparcido de que los de Lampa, unidos con otras provincias y Arequipa, te van a cercar y se han amilanado, procurando remontarse temerosos del castigo que les pudiera sobrevenir. Y se perderá toda la gente que tengo prevenida para la bajada del Cuzco; y este se unirá con los soldados de Lima, que ya tiene[n] muchos días de camino.
Todo esto te lo prevengo, como que me duele, pero si tú quieres nuestra ruina, puedes echarte a dormir, como tuviste el desahogo de pasearte solo por las calles del pueblo de Yauri, hasta que llegaste al extremo de subir a la torre, cuando en ti no cabía pasar a estos excesos en la estación presente, pues estas acciones no correspondían a tu honor, sino a difamarte y que hagan poco concepto de tu persona.
Yo creí que de día y de noche estuvieses entendiendo en disponer estos asuntos, y no tanto descuido que me quita la vida, que ni aún ya tengo carnes ni estoy en mí, y así te pido adelantes este particular. Tú me ofreciste cumplir tu palabra, pero desde ahora no he de dar crédito a tus ofrecimientos, pues me has faltado a tu palabra.
Yo no siento perder mi vida, sino de esta pobre familia que necesita todo auxilio; y así, si viniesen los de Paruro, como te insinué en mi anterior, estoy pronta a caminar con la gente dejando a Fernando en un lugar destinado, pues los indios no son capaces de moverse en este tiempo de tantas amenazas.
Bastantes advertencias te di para que inmediatamente fueses al Cuzco, pero has dado todas a la barata, dándoles tiempo para que se prevengan, como lo han hecho, poniendo cañones en el cerro de Piccho y otras tramoyas tan peligrosas, que ya no eres sujeto de darles avance. Y a Dios que te guarde muchos años. Tungasuca, diciembre 6 de 1780
También te hago presente cómo los indios de Quispicanchi ya se hallan rendidos y aburridos con tanto tiempo de servir de guardias; en fin, Dios querrá que padezca por mis pecados.
Es tu esposa.
Después de concluida esta, he tenido propio, que me da noticia cierta que los de Paruro están en Acos; y así voy a caminar, aunque sepa perder la vida.
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