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Gabriela Mistral: una Nobel que se preocupó por la educación pública y democrática

Escribe Andrea Cabel*

Lucía de María Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga (1889-1957), más conocida como Gabriela Mistral, fue la primera mujer iberoamericana y la segunda latinoamericana a la que se le otorgó el Premio Nobel en literatura (en 1945, cuando solo tenía 3 poemarios escritos). Poeta, docente y diplomática chilena, adoptó su seudónimo a modo de homenaje a dos de sus escritores favoritos: Gabriele D’Annunzio y Frédéric Mistral.

Sus primeros textos no son de carácter poético, sino que tienen que ver con el área de la educación. En este primer texto dedicado a la poeta chilena, hablaremos sobre su trabajo como docente. Después de todo, pocos la conocen como pensadora, militante y gestora de una educación pública y democrática.

En 1910, publicó un grupo de artículos en los que aboga por la educación primaria obligatoria, aprovechando los mismos para realizar ciertas críticas al mundo político del momento y quejarse de manejos inadecuados de fondos. 12 años después, en 1922, se traslada a México para colaborar en los planes de reforma educativos de José Vasconcelos, político, pensador y escritor mexicano. Algo curioso es que cuando Vasconcelos la invita, el presidente chileno Arturo Alessandri dijo que “había otras chilenas más inteligentes y dignas de ser invitadas a semejante labor”. Vasconcelos, en un telegrama, respondió: “Más convencido que nunca de que lo mejor de Chile está en México”. (¡Punto para México!)

Al respecto, el crítico mexicano Fabio Moraga señala que ella “buscaba redimir a las clases populares, en especial al campesino y al indígena, para integrarlos a la nación por medio de la educación; para ello, elaboró libros de texto y contribuyó en la formación de las Misiones Culturales -grupos de profesionales e intelectuales que capacitaban a profesores de comunidades rurales y aisladas- en la Campaña de Alfabetización, y en congresos de maestros normalistas y profesores-“.

Las ideas educativas de Gabriela Mistral, explica Moraga, provenían de sus lecturas de Rabindranath Tagore y León Tolstoi, “dos intelectuales más conocidos como escritores y artistas que como educadores”, quienes en distintos momentos habían fundado escuelas experimentales en sus propiedades feudales donde practicaban la igualdad social y la no discriminación; hacían clases al aire libre, elaboraban sus propios textos de estudio y aplicaban sus propias técnicas pedagógicas. En el bagaje cultural mistraliano, también habría fundamentos del intelectual ilustrado Jean Jacques Rousseau y de la experiencia del creador de escuelas normales el argentino Domingo Faustino Sarmiento, además de otros pedagogos de la época como Ovideo Decroly, John Dewey y Johann Heinrich Peztalozzi.

En México, Mistral puso en marcha las escuelas al aire libre, método en que venía trabajando desde los años en que fue profesora en Chile. “Iba a lugares bien apartados de la sociedad y les decía ‘lleven los niños tal día y tal hora a este lugar’, y ahí educaba abiertamente. Esto lo hace principalmente en Chiapas, pero en el resto del país se aplica una teoría similar y es un éxito”, asegura Diego del Pozo, especialista en la obra de Mistral y autor del volumen “Por la humanidad futura, Antología política de Gabriela Mistral”.

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* El texto fue publicado originalmente en Textos Laterales.

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