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Pablo Picasso según Alejo Carpentier

El literato, periodista y musicólogo cubano expresó en más de una oportunidad su admiración por el pintor español.

 

Desde muy joven, Alejo Carpentier (Suiza, 26 de diciembre de 1904​ – Francia, 24 de abril de 1980) ejerció el periodismo a la par con la literatura. Destacó sobre todo en la crónica, y a través de dicho género lucía su estilo único y compartía sus intereses con los lectores, como en el siguiente texto escrito a los 21 años. En él resalta su admiración por el artista Pablo Picasso, quien ya era conocido como un gran referente a nivel mundial.

 

El arte múltiple de Picasso

Por Alejo Carpentier*

El atelier de Pablo Picasso -no. 13, calle de Ravignan- fue durante mucho tiempo el más extraordinario laboratorio de experimentos plásticos que pueda imaginarse. De él surgieron varias invasiones pictóricas de efectos definitivos. Primeramente fueron bandadas de acróbatas tristes y niños famélicos, de un crudo realismo a lo Toulouse Lautrec. Luego aparecieron arlequines herméticos, escuálidos, en zarabanda doliente, y retratos en que una preocupación de traducir densidades se acusa. Después estalla el cubismo, el arabesco geométrico, con sus guitarras conjugadas, mesas sin perspectiva, frutas y frascos de anís; figuras palpadas visualmente en todos sentidos por medio de una transposición de sus formas a un solo plano. Más tarde, tranquilizado, el lápiz de Picasso se distrajo en dibujos sencillos, en caricaturas hechas con un trazo cáustico evocador de Hokusai; otras veces su pincel acarició desnudos construidos escultóricamente, llenos de una placidez heroica.

Picasso es un gran artista, uno de los más completos de la hora actual. Con él no cabe la expresión del lego: “hacía cubismo porque era incapaz de hacer otra cosa”. Una composición cubista de Picasso debe mirarse ante todo como un problema plástico planteado y resuelto. Ese “milagroso dibujante” como lo llamó Elie Faure, no dogmatizó nunca alrededor de su arte. Fue el primero en abandonar una fórmula tan pronto halló sus recursos agotados.

Este artista es también el autor de admirables decoraciones para El sombrero de tres picos de Manuel de Falla, la Pulcinella de Stravinsky, Parada y Antígona de Jean Cocteau. Ha colaborado con Bakst en las realizaciones plásticas de los Ballets rusos.

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* Crónica publicada originalmente en Social, vol. 10, n° 9, setiembre de 1925. Posteriormente en Crónicas, libro que recoge parte de sus textos periodísticos (Editorial Letras Cubanas, 1985).

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