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Hemingway sobre Erza Pound: “Tiene el temperamento de un ‘toro de lidia'”

“Nadie está seguro con él en la arena, y buen número de personas le desafían cada año, aunque sepan cuál será su reacción. Muchos le detestan. Viviría más años si no comiera tan deprisa”.

Antes de que fuera un ferviente activista político defensor de Mussolini y de Hitler, antes de ir contra los judíos y emplazar a los soldados estadounidenses a desertar en la Segunda Guerra Mundial, y mucho antes de ser casi condenado a muerte por traición pero a cambio fue internado en un hospital siquiátrico, Ernest Hemingway dedicó unas palabras en defensa del poeta Erza Pound, como advirtiendo que la vida le iba a cobrar una cuenta cara debido a su carácter y modo de ver la vida.

 

Recuerdos de Erza

Escribe: Ernest Hemingway*

Esto es más una opinión que un estudio crítico. De otro modo, tendría que detenerme aquí e irme a París para comprobar mis citas, lo que estaría muy bien, si pretendiera probar algo. Afortunadamente, una opinión no busca probar nada. Así pues, tenemos, por el momento, al gran poeta Pound, quien consagra, digamos, un quinto de su tiempo a la poesía, y el resto, a ayudar a sus amigos, desde el punto de vista material y artístico. Los defiende cuando son atacados, los hace publicar en revistas y los saca de la cárcel. Les presta dinero. Les vende los cuadros. Les organiza conciertos. Les dedica artículos. Les presenta a mujeres ricas. Hace que los editores les publiquen sus libros. Se queda con ellos toda la noche cuando creen estar en agonía y es testigo de su testamento. Les paga las cuentas del hospital y los disuade del suicidio. A fin de cuentas, hay algunos que se abstienen de darle una puñalada a la primera ocasión.

Es un hombre alto, lleva una barba roja y descuidada, un curioso corte de pelo, y es muy tímido. Tiene el temperamento de un “toro de lidia” de la cría de don Eduardo Miura. Si alguien despliega un capote o agita una muleta delante de él, embiste. Como el toro de don Eduardo, a veces renuncia al caballo del picador para atacar al jinete. Nadie está seguro con él en la arena, y buen número de personas le desafían cada año, aunque sepan cuál será su reacción. Muchos le detestan; juega muy bien al tenis. Viviría más años si no comiera tan deprisa.

Después de la guerra, los jóvenes recién llegados de Estados Unidos, donde Pound era una figura, lo veían en París, con la barba en desorden, muy accesible, amante del tenis y tocando, a veces, el fagot. Decían que, a fin de cuentas, toda la leyenda en torno a su figura era falsa y que, probablemente, Pound no era un gran poeta. Según el dicho militar: allá los americanos con sus juicios.

Como todos los hombres célebres desde la juventud, sufre por ser poco leído. Es más fácil hablar de un clásico que leerlo. De todas formas, en los Estados Unidos, otra generación está a punto de reemplazar a aquella que había decidido que Pound no podía ser un gran poeta, ya que era demasiado vivaz y combativo, y esta generación sí lee sus obras. Hoy vienen a París para conocerle, pero está en Italia. Como no está interesado en la política italiana y le gusta la cocina local, es posible que se quede allí por cierto tiempo. Esto le iría muy bien; sus amigos no pueden llegar a él fácilmente, y dedicaría toda su energía al trabajo.

Pound, además, es compositor. Ha escrito una ópera espléndida sobre Villon. De primer orden. Una ópera muy bella. Pound y la música me hacen pensar en Constantin Brancusi y el arte culinario. Brancusi es un escultor célebre, pero también es un gran cocinero. No hay duda de que la cocina es un arte, pero sería una pena que Brancusi abandonara la escultura por ese otro arte y le dedicara lo mejor de su tiempo. Y Ezra no es un poeta menor. La falta de energía nunca le ha traicionado. Si quiere escribir más ópera, lo puede hacer sin derrochar sus fuerzas.

Como doy mi opinión, hay algo que quiero subrayar. Ezra nunca ha sido un ser detestable. Ha luchado con un encarnecimiento alegre y sus heridas han sanado rápidamente. No piensa que ha venido al mundo para sufrir. No es un masoquista, y esta es otra de las razones que le impiden ser un poeta menor.

(1925)

 

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* El artículo fue publicado en la revista Zorro de abajo, número 2. Lima, octubre de 1985.

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