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Nicolás Yerovi: “Toda mi vida quise ser una persona normal, pero las circunstancias me lo impidieron”

Recordamos al escritor satírico y dramaturgo peruano que nunca dejó de joder a presidentes y dictadores, a través de la revista Monos y Monadas

Foto: La República

El pasado 9 de enero nos dejó Nicolás Yerovi, reconocido periodista, dramaturgo, profesor y escritor satírico que refundó Monos y Monadas, revista de humor político que inició su abuelo, Leonidas Yerovi, en 1905.

Nicolás Yerovi destacaba por su pluma mordaz, su imaginación, su capacidad organización para juntar a escritores y caricaturistas con el fin de hablar de la realidad peruana desde una óptica más jodida y de esta manera hacer reír al peruano sufrido y generar dolores de cabeza a los políticos, no importa si habían sido elegidos democráticamente o si se trataba de dictadores de turno.

Yerovi partió a los 73 años, y dejó un legado importante a través de sus innumerables textos. Hoy queremos recordarlo a través de una de las columnas que escribía para Monos y Monadas.

En el siguiente texto, publicado en 1990 (cuando tenía 39 años), el escritor de la eterna sonrisa nos muestra su personalidad alegre, jovial y su agilidad mental para hablar, escribir, pensar y soñar.

 

Diario íntimo

Querido diario:

Toda mi vida quise ser una persona normal, pero las circunstancias, tercamente, me lo impidieron. A mí me hubiera gustado tener mucha plata para invitar a mis amigos a comer chifa, a tomar sopa wantán y hasta tomar taxi, pero siempre me han pagado una miseria por hacer las tonterías que hago, de manera que si alguien se ha hecho rico con mi trabajo no he sido yo. Es una pena. También me hubiera encantado casarme una sola vez, pero qué podía hacer si para mí todas las mujeres del mundo son tan hermosas que merecían ser llevadas de mi brazo hasta un altar. Hubiera sido también maravilloso tener veinte años toda la vida con el único agregado de todas las cosas que he aprendido en estos 39; tener un auto que pase más tiempo rodando sobre las pistas que en el taller de mecánica, tener aunque fuere, un poco de sentido común. Pero para todo lo que sea tener algo siempre he sido un burro, y ahora ni siquiera tengo la pretensión de ser una persona normal. Solo soy un soñador. Y eso me gusta. Porque para soñar es necesario dormir, y no hay nada que yo haga mejor que dormir. Eso sí es divino, y aún más, no creo equivocarme al afirmar que esa es mi verdadera vocación.

Dormilonamente tuyo:

Nicolás Yerovi

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