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Homenaje de Basadre a Mariano Melgar, el precursor del romanticismo y de la independencia

A través de una breve semblanza, el historiador Jorge Basadre resalta la vida del escritor arequipeño, reconocido por sus yaravíes y sus “Cartas a Silvia”.

Mariano Melgar es una figura particular en la historia del Perú. Fue un joven escritor de alta sensibilidad que hoy en día es reconocido como el precursor del romanticismo en América, y además fue precursor de la independencia peruana.

Nació en Arequipa, tierra que hoy le rinde homenaje de diversas maneras debido a su talento como escritor y su valentía en el campo de batalla. Sus versos fueron reconocidos recién sesenta años después de su muerte, gracias a la difusión de la misma población que difundió su talento hacia la capital peruana.

El 11 de marzo de 1815, tras la batalla de Umachiri, donde se enfrentaron las tropas de los hermanos Angulo y el brigadier Mateo Pumacahua contra el ejército realista, Melgar fue capturado y fusilado al día siguiente. Tenía apenas 24 años.

 

Mariano Melgar (Arequipa, 1790 – Umachiri, 1815)

Escribe: Jorge Basadre*

Mariano Melgar nació en Arequipa, fue bautizado el 12 de agosto de 1790 y murió fusilado el 12 de marzo de 1815. Sus poesías aparecieron publicadas en una edición completa solo el año de 1878 con prólogo de Francisco García Calderón; familiares suyos habían destruido, sin embargo, muchas de ellas porque eran versos de amor. Las Cartas a Silvia fueron editadas aisladamente en Ayacucho en 1827; constituyen la primera obra aparecida en esa ciudad. Es Melgar el primer poeta peruano cuyos versos se recopilan más de sesenta años después de su fallecimiento.

Ha sido adjudicado al siglo XVIII el privilegio de haber divulgado la viñeta del amor-capricho y el amor-sensación. En los albores sangrientos del siglo XIX Melgar graba, por el contrario, la estampa del amor-pasión. En muchos artistas que alcanzaron una gran riqueza de vida espiritual no se encuentra en alto grado el sentimiento del deber. Melgar, en cambio, no solo es el cantor de la desdeñosa Silvia sino el patriota militante muerto por la libertad.

Hay, por otra parte, escritores que vuelven plebeyos los temas que tratan, cualesquiera que ellos sean, poniendo en sus palabras adornos parecidos a los fraques que las gentes no acomodadas alquilan en las casas llamadas “hogar de los novios” o cosa parecida. Melgar simboliza un caso opuesto, el de quienes ennoblecen los temas populares, y eso es lo que hace cuando utiliza el ritmo del yaraví. ¿Qué podrá ser, en suma, más subyugante que el amor, la muerte, la libertad y el pueblo cuya cuádruple aureola ilumina a este mozo arequipeño de veinticinco años?

La incorrección o la falta de madurez de su obra está desbordada, así, por su capacidad para el dolor a solas, por la del buen servir y por la de acercarse al corazón de todos. Se le puede honrar con el clarín y la guitarra, en un discurso de ceremonia solemne, musitando sus versos en una buhardilla de estudiante y cantándolos en una jarana. Los literatos profesionales no los tomaron en cuenta durante mucho tiempo; pero los humildes y los anónimos suplieron ese desvío.

Antes y después de la edición de 1878 hubo cancioneros y hojas sueltas con los yaravíes de Melgar. La gloria de este poeta ha sido impuesta por el pueblo de abajo hacia arriba, aquí donde ha habido y hay tantas glorias que se ha querido imponer de arriba hacia abajo mediante la presión, la propaganda, el vocerío y hasta el soborno.

 

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* La semblanza fue recogida en el libro Peruanos del siglo XIX, de Jorge Basadre. Ediciones Rikchay Perú, Lima, 1981.

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