Por Luis Eduardo Reyme Wendell*
En un país signado por su falta de memoria y olvido a personajes que cimentan nuestra identidad es más que probable que el nombre de Luis de la Puente Uceda no sea más que el de un completo desconocido.
Las acciones tomadas por el llamado “Comandante de los pobres” son vistas hoy como cowboyadas peruanas de tiempos pasados, ensoñaciones de idealistas por un país menos injusto y aspiraciones juveniles borradas por el peso de la madurez de muchos que creen que la actitud de insurgencia es tan solo un breve paso o una moda universitaria acorde a las circunstancias y, claro, a los propios y ajenos intereses.
Nacido en la misma sierra liberteña de César Vallejo y muerto en Amaybamba (Cusco), Luis Felipe de la Puente Uceda fue abogado de organizaciones campesinas, político revolucionario y secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Militante aprista en sus inicios que lideró el levantamiento de la izquierda del APRA el 3 de octubre de 1948 y que fracasa por la traición del mismo partido, dando pase a la dictadura del general Manuel A. Odría (1948-1956). Forma parte del Comité de Defensa de los Principios Primigenios y de la Democracia interna del APRA que luego pasará a denominarse como APRA REBELDE, fue exiliado a México junto a personajes como Juan Gonzalo Rose, Manuel Scorza, Gustavo Valcárcel, entre otros. En 1962 dicha facción se transforma en el MIR en donde Uceda conocerá a Guillermo Lobatón, Cordero, Anaya, Rubén Tupayachi, Ricardo Gadea, Gonzalo Fernández entre otros milicianos que se expresaron a través del diario Voz Rebelde y fueron quienes tomaron las primeras acciones guerrilleras allá por 1965.
Quizá la aparición de Comandante Luis de la Puente Uceda (Historia de un héroe de la revolución) a cargo de la editorial Combatiente y La Escuela de Formación Política Praxis (2021), nos pueden hacer reflexionar ahora que vivimos un gobierno que pareciera carecer de consecuencia entre lo que se dice y lo que se hace, trayendo con ello el desencanto de una clase obrera que ve en nuestro actual mandatario carestías políticas difíciles de ocultar. Quizá hoy que pareciera que ya nadie cree en nada es necesario decir que en algún momento alguien como Luis de la Puente Uceda reflejó ese espíritu de cambio y fue ejemplo para futuras generaciones con su ética y consecuencia partidaria.
Hoy que el gobierno se ve avasallado por la prensa oficial y las intenciones golpistas creadas desde el Legislativo a causa de malos manejos desde el mismo Ejecutivo es necesario señalar que la contradicción política no es propia de un solo bando. Por ello es necesario ver en Luis de la Puente un claro ejemplo de aquello de lo que nuestra clase política en general carece, esa falta de transparencia a la hora de gobernar que se resume en dos aspectos: Manejo y temple. Y es que no se puede dar la espalda a la misma gente que hizo del anhelo y la esperanza una realidad y olvidarse como por acto de magia todo lo dicho en campaña. Aquel hombre que fue Luis de la Puente Uceda y que dijera en algún momento: “Hagamos de la política un apostolado y una pedagogía. Elevemos la conciencia revolucionaria con nuestro ejemplo y con la prédica esclarecedora” tiene aún mucho qué enseñarle a muchos políticos de nuestra alicaída sociedad.
Sobre la publicación en cuestión es digno de saludar esfuerzos en que se recupere la memoria histórica de nuestro país; no me sorprendería en realidad que una publicación como la presente sea vista por quienes alejados de la realidad opten por repetir lo que la desinformación y confusión ocasionan.
Heredero del Amauta José Carlos Mariátegui y estudioso de su obra, de la Puente izó las mismas banderas en pro de una revolución allá por los años 60 en contra de la oligarquía terrateniente e imperialista. Su historia no es vista a profundidad en las escuelas y menos aún se intenta realizar el más mínimo análisis para entender las causas o consecuencias de su accionar.
Digamos algo claro, cada vez que alguien menciona a Luis de la Puente Uceda se suele decir de él que fue un “guerrillero” y muchos, producto de una educación servilista a los intereses de turno, ven en esta palabra sus propios miedos que son empujados al territorio donde habita el silencio. Y es que en este país se enseña historia en las escuelas metiendo debajo de la alfombra aquellos sucesos que incomodan al poder. No obstante, si ser guerrillero simboliza la reacción de un sujeto oprimido por regímenes dominantes también fueron guerrilleros personajes como Túpac Amaru o el mismo Mariano Melgar, por qué entonces esa contradicción y desapego cuando se trata de los guerrilleros del 65, los militantes del MIR o el mismo Luis de la Puente Uceda quienes emanan al fin y al cabo la misma conciencia e identidad que los personajes antes señalados. La respuesta es que detrás de ese vacío existe la presencia del discurso opresor sobre el oprimido y el desarrollo de un capitalismo más consciente de sus intereses, capaz de borrar toda clase de identidad y formar conciencias artificiales.
No cabe preguntarnos aquí qué ha hecho nuestra historia oficial por visibilizar gestas como las de Luis de la Puente Uceda porque la respuesta es más que obvia. Por eso vale resaltar el intento desde el campo editorial independiente en hacer llegar en tan cortas páginas la historia de un político como los que ya no tenemos. Lo suyo es una vida llena de pasajes inspiradores y silencios oficiales. Hablar de su vida no solo conlleva al mito detrás del hombre, sino a ver diversos aspectos sociales y políticos que parecieran repetirse hoy a la luz de los años. Cabe solo recordar que uno de los motivos que generó el fracaso de su rebelión fue el desinterés de parte de los campesinos hacia el proyecto guerrillero, las diferencias culturales y lingüísticas jugaron un papel fundamental además de las diferencias políticas entre las que figuran la presencia del Ejército de Liberación Nacional (ELN) donde militó Javier Heraud y el Frente de Izquierda Revolucionaria (FIR), liderada por Hugo Blanco.
Con Amaya y Tupayachi establecerán una base en la zona de Mesa Pelada donde Uceda pasará sus últimos días dando clases a los campesinos integrados al partido a través de cuentos y parábolas. Allí también hablará de historia, nociones del marxismo y política agraria. En los tiempos que tuvo llegó a escribir cuentos revolucionarios y un cancionero, allí también culminará su “Manual de capacitación ideológica”. No escapa al libro el rol del traidor Albino Guzmán quien escapó robando los planos del campamento entregándoselo a las fuerzas del orden y siendo esto la causa del cerco que ocasionará su muerte.
A lo mejor este tipo de historias encuentren fondo entre los jóvenes que vendrán y hallen eco en medio de la decepción política que vivimos a diario, solo así podremos seguir creyendo, aunque sea una vez más.
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