Ya es el documental más visto en la historia del cine peruano y está entre las diez películas peruanas más vistas del año en cartelera. Se trata de La revolución y la tierra, documental que presenta el antes, durante y después de la Reforma Agraria liderada por el general Juan Velasco Alvarado en 1969.
La obra del director Gonzalo Benavente muestra una cara diferente de Velasco y su Gobierno: no repite el acostumbrado discurso que cuestiona el éxito o fracaso de la Reforma en temas económicos, sino ahonda más en los cambios sociales que produjo el general con su “Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas”.
En la siguiente entrevista realizada por Última Noticia* y Literalgia, el director responde cómo nació la idea del documental, por qué no aparecen mucho los herederos de los hacendados, cómo se llevará la obra a otras regiones donde no hay cine y cuál será su nuevo proyecto.
¿Cómo nació el interés por hacer un documental sobre este tema?
Siempre hubo esa curiosidad del equipo por entender el fenómeno de la Reforma Agraria porque siempre hemos escuchado, desde el colegio, que Velasco jodió al Perú, que nos atrasó, etc. Pero entendíamos que quizás sí hubo cosas positivas que quizás estaban invisibilizadas, pero eran solo una intuición. La idea del documental salió durante la campaña de las elecciones de 2016, cuando le hicieron un cargamontón a Marissa Glave por resaltar, en una entrevista, los aspectos positivos de la Reforma Agraria. Ella no dijo que todo fue positivo, sino matizó un poco el discurso hegemónico de que todo era malo. A partir de ahí surgió más el interés de ver qué tan cierto era este discurso y postulamos con esta idea al fondo de DAFO (Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios).
¿En el proceso de investigación encontraron algo que los impactó? Me refiero, por ejemplo, a algunos comentarios, datos o videos como el que se observa a los campesinos arrodillándose frente a los hacendados.
Ese video particularmente yo no lo había visto porque de hecho no hay tantas fotografías o material audiovisual de ese mundo. Hay un par de fotos, de Caretas, donde se muestra a un hacendado cargado por un indígena y otro donde es cargado en andas. Esas imágenes nos sorprendieron mucho y en general todos los materiales que han ido apareciendo. También están las películas que vimos, que solo las conocíamos por nombre y no tuvimos la oportunidad de verlas.
¿Cómo nació la idea de concatenar la historia de la Reforma Agraria con la historia del cine nacional?
Fue madurando. Desde el principio sabíamos que queríamos hacer un documental sobre la Reforma Agraria casi sin tener que hablar de la Reforma Agraria. Nos interesaba lo que significó para la historia del Perú, de cómo este tema marca un antes y un después. Nuestra primera intención era hacerlo a través de la producción cultural porque es un tema que manejamos y nos gusta investigar. Muchas entrevistas tiene que ver con pintores indigenistas como José Sabogal o Camilo Blas, con toda esa escuela. O tiene que ver con Chabuca Granda, con cómo cambia su mirada de la aristocracia hacia la revolución de Velasco porque ella tiene un giro que va de cantarle a la Lima aristocrática del pasado a cantarle a Javier Heraud y a la revolución. Sucedió que nos dimos cuenta, en el camino, del poder que tenían las imágenes de muchas películas que íbamos viendo y concluimos que nosotros, al hacer este documental, estábamos construyendo un imaginario más. Nunca quisimos contar la verdadera historia de este país porque creemos que no existe como tal. Nadie tiene la última palabra, sino que son muchas voces las que se van sumando. Vamos adoptando discursos. En el caso de Velasco existía solo uno, al menos en Lima, y quisimos aportar con otra voz.
El documental presenta voces de diversos sectores, sin embargo queda la sensación de que faltan las voces de los hacendados del momento o sus herederos. ¿Intentaron entrevistarlos para incluirlos?
Sí, lo intentamos en muchos casos pero éramos muy honestos con la mirada que queríamos tener del documental. No queríamos engañar a nadie y, entonces, algunos solamente decidieron que no querían hablar porque pensaron que no íbamos a ser partidarios de su versión.
O sea, ¿ellos sabían de la orientación que le querían dar al documental?
Sí, nos preguntaron si íbamos a rajar de Velasco, pero les dijimos que íbamos a ser imparciales. Entonces, nos dijeron que si no íbamos a hablar pestes, entonces no iban a participar. Felizmente tuvimos bastante material de archivo que nos permitió quizás hacer que esa voz esté presente, quizás no de los nietos de hoy pero sí de los hacendados del momento. Teníamos archivos familiares, personales y archivos fílmicos que fueron cedidos por los mismos cineastas de la época.
¿Se contactaron con los familiares de Velasco para que participen en el documental?
No, por diversos motivos. No los incluimos porque nuestra intención no era hacer tampoco un retrato familiar o personal de Velasco. Es decir, el documental trata de la figura de Velasco pero dentro de un proceso social e histórico. No queríamos contar lo que significaba para su familia, que debe ser un tema importante. Más nos interesaba el testimonio de un dirigente sindical como Zósimo Torres, quien nos cuenta de su encuentro con Velasco, por ejemplo. Es un campesino que encuentra reivindicada su posición como ciudadano a partir del encuentro con el presidente. Entonces, eso nos parecía mucho más rico que entrevistar a alguien que haya tenido una relación familiar con el general. Además, sabíamos que había otro proyecto documental que trabajaba en función del hijo de Velasco, y preferimos que cada uno tuviera caminos distintos porque finalmente cada uno tenía una búsqueda distinta.
En algunas críticas se resalta que el documental también carece de la mirada de un economista para que evalúe algunos datos de la Reforma Agraria…
Sí lo teníamos, pero lo sacamos porque no era tan central en la historia que estábamos contando. Aportaba a una comprensión general de la Reforma pero no necesariamente a la historia que estábamos contando en términos de ciudadanía. Desde el principio dijimos que la Reforma Agraria sigue existiendo en el imaginario de la gente en función de lo económico y a nosotros nos interesaba el tema social, y fuimos claros en que lo económico tenía que pasar a un segundo o tercer plano. El eje fue el de la ciudadanía, la posición dentro del esquema laboral, el de trabajar gratis y ser casi parte de la propiedad, el tener derechos. Esa historia elegimos contar. No digo que sea mejor que otra, pero era la que nos interesaba y tampoco pretendemos que sea la última palabra.
Una crítica también resalta que el documental no trata mucho el tema de los afroperuanos, quienes también eran explotados en los campos de cultivo…
Creo que se han obviado muchos grupos. Uno de los documentales más importantes de este país es Color de mujer, de Nora Izcue, que toca justamente el tema afroperuano desde la tierra, la Reforma Agraria y su impacto, y el tema de género. Para nosotros fue un referente ineludible pero lamentablemente no es un documental tan conocido. Es decir, el gran documental sobre la comunidad afroperuana y la Reforma Agraria existe y tiene 30 años. Incluso usamos sus imágenes, y esa historia se contó mucho mejor que como la hubiésemos contado nosotros. Pero así como los afroperuanos, tampoco están los que migraron de Asia hacia el Perú para trabajar en el campo, como los japoneses o los chinos. Son poblaciones que merecen que se cuente su historia, pero quiero que quede claro que no pretendemos ser la versión oficial de la historia y tampoco hemos querido invisibilizar a estos grupos.
El documental ha tenido comentarios positivos, pero también ha tenido comentarios “curiosos” como los de Martha Meier o Aldo Mariátegui, quien incluso se jacta de no haber visto el producto final pero le ha dedicado dos columnas. ¿Qué opinas sobre ello?
En sus columnas él empieza diciendo que no ha visto la película pero dice “ojalá la saquen del cine”. Es una locura porque nos da un montón de publicidad gratuita. En redes sociales siempre posteamos las cosas que él publica. Claramente no tiene ningún tipo de argumento para poder criticarnos y, entonces, lo tomamos a la broma porque tampoco hay algún argumento para rebatir. Simplemente tiene un prejuicio respecto a ciertos temas que se tocan de una manera distinta a la que él asume que es la verdad oficial. La verdad es que no lo tomamos en serio y tampoco nos tomamos en serio a nosotros mismos.
Aldo Mariátegui también ha sugerido que el dueño de Cineplanet debería censurarlos porque él fue uno de los afectados por Velasco. Respecto a ese tema, ¿fueron rechazados por alguna cadena de cines cuando propusieron difundir el documental?
Sí pasó. Algunos cines en los que no estuvimos la primera semana o en los que no estamos todavía, no querían proyectar películas de Velasco, no importaba si hablaban bien o mal, así como Aldo Mariátegui, quien quiere invisibilizar el tema.
Entonces, ¿esos cines no querían porque se trataba de Velasco o porque tal vez preferían pasar una película de Hollywood en vez de un documental que podría no ser atractivo para el público?
Yo entiendo que por Velasco. Y eso también pasa con algunos medios de comunicación en donde no hemos estado tan presentes. Ya ustedes sabrán a cuáles nos referimos. Hay muchos que prefieren que no se hable de esto y es lo peor que podemos hacer: no hablar de los errores o aciertos del pasado. Si no hablamos de ello posiblemente seguiremos repitiendo los errores.
¿Por qué crees que otros documentales peruanos no tienen una acogida similar? ¿Se debe a la falta de producción, dinero, distribución?
Hay muchas cosas. En general el cine independiente peruano, que depende de fondos estatales o de una coproducción extranjera, normalmente llega con un presupuesto muy ajustado en la etapa de distribución, por lo tanto no hay tanto dinero para difundir una obra. Uno cuando elige una película a veces elige la que más le suena, de la que ha visto el tráiler. Va por la segura. Creo que nos falta, y nos incluimos, cómo hacer más conocidas las películas que hacemos. Incluso a veces terminamos compitiendo entre nosotros mismos en las pocas alternativas que tenemos. También hay una idea de que los documentales no van a funcionar comercialmente o que el cine peruano no va a llenar siempre salas.
Y si para las películas peruanas ya existen pocas salas, para los documentales hay menos…
Hay un prejuicio muy tonto, piensan que la gente no quiere ver documentales o que solo se ven en San Isidro o Miraflores y no tanto en los conos porque piensan que ahí solo ve terror o comedia, lo cual es una estupidez. Felizmente poco a poco se está rompiendo ese prejuicio gracias a gente que sí ve cuál es la realidad y eso está pasando con La revolución y la tierra.
¿Han pensado llevar el documental a otras regiones en donde no lo han puesto en cartelera o donde no hay cines?
Por supuesto. Este año solo lo estamos promocionando en formato de cine y pensamos en llegar poco a poco a donde no estuvimos presentes desde el estreno. Queremos estar presentes al menos en un fin de semana en alguna sala y, el próximo año, queremos llevar el documental a través de una plataforma itinerante, sobre todo a lugares donde no hay cines. También queremos estar en comunidades más alejadas, sobre todo donde hemos grabado como en Quillabamba (Cusco), toda la costa norte o en zonas alejadas donde solo hay cines a dos días de distancia. Ya tenemos contacto con gente del Ministerio de Cultura donde tienen sistemas de proyección para llegar a comunidades alejadas y de difícil acceso. También estamos tratando de llegar a colegios, primero para que los escolares vayan a las salas a través de precios accesibles y luego llevar la película a los mismos colegios.
¿Luego estarán en plataformas como Netflix?
Sí, hay un plan pero no hemos tenido un mayor avance. Por ahora estamos concentrados en el estreno en centros comerciales, luego en el primer semestre del próximo año estaremos realizando esta iniciativa itinerante para llegar a colegios y comunidades, luego estar en plataformas digitales, luego sacar el DVD o Bluray y luego quizás en televisión.
¿Cuál es tu próximo proyecto?
Por ahora tenemos un proyecto con la guionista del documental, Sandra Barbieri, que ganó el fondo de desarrollo de DAFO hace unas semanas. Se llama El arte de la guerra, y trata de narrar los años del conflicto armado interno desde el arte peruano. Queremos presentar cómo desde el arte político y activista que se hace en el Perú se puede contar esa historia. En La revolución y la tierra contamos el antes y después de la Reforma Agraria, ahora contaremos los veinte años del conflicto armado interno a través del arte peruano, desde distintas disciplinas y especialidades, desde los productos culturales.
Gonzalo, ¿para ti Velasco es un héroe o un villano?
Creo que ninguna de las anteriores. Nosotros aprovechamos esa polarización en la campaña pero entendemos que la verdad nunca está en los extremos, sino en un punto medio. Creo que las respuestas nunca están en los absolutos. Lo que hemos tratado es encontrar un punto medio, pero también rescatamos los aspectos positivos de la Reforma Agraria a nivel social. Igual, formalmente fue una dictadura y no defendemos el sistema de las autocracias, y menos ahora, pero debemos entender que la democracia en los 60 no fue igual a la de hoy, no todos votábamos sino recién después del Gobierno militar. Hay que entender el tema desde su tiempo, se trata de hacer el ejercicio de entender cómo era el Perú entonces y cómo ha cambiado.
¿Velasco fue lo que merecimos en su momento?
Sí, bueno, no era el héroe que merecíamos pero sí el que necesitamos. Lo mejor hubiese sido tener estos cambios positivos en un entorno democrático, que Fernando Belaúnde hubiese podido hacer la reforma que prometió en su campaña y que el APRA boicoteó desde el Congreso tal y como lo hacía hace poco en el Congreso de ahora. Lamentablemente en ese momento el Congreso no velaba por el bienestar de todos los peruanos sino por intereses propios, como sigue pasando hasta el día de hoy.
En el final del documental se hace una referencia a que, pese a todo el proceso que se ha vivido, todo se puede volver a repetir: copamiento de tierras, explotación del campesino, etc, y todo ello se ve reflejado en los diferentes conflictos sociales. ¿Esa es la advertencia?
Sí, se trata de eso. Creo que si no aprendemos de las lecciones del pasado estamos condenados a repetir los mismos errores. La Reforma Agraria se tuvo que dar en un contexto de dictadura porque en democracia no supimos darle un espacio a muchísimas personas que no estaban insertas dentro del Estado, no eran sujetos de derechos como todos los demás. Lo mismo pasa el día de hoy con los conflictos sociales y los conflictos ambientales. Tenemos, por ejemplo, presidentes que rechazan las protestas porque dicen que no son ciudadanos de primera clase. Si bien en el marco legal ya somos iguales, no lo somos a nivel de pensamiento, de valoración, sobre todo desde las esferas que tiene el poder. Lamentablemente se dan estos conflictos y no se solucionan porque no hemos solucionado los problemas de fondo y esto tiene que ver con que este país está dividido según el origen familiar, color de piel, identidad sexual, etc. Todo eso genera diferencias. Seguimos arrastrando esas cosas de la Colonia. Todavía hay un camino que recorrer y la verdad es que, si eso no se soluciona, puede pasar cualquier cosa. Ya pasó con Sendero y podría volver a suceder si no hacemos algo por solucionar este problema que arrastramos desde hace 500 años.
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* Lee la entrevista completa aquí.
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