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Otilia Villanueva: musa de Trilce y la mujer que más amó César Vallejo en el Perú

Fotografía: Otilia Villanueva Pajares, publicada por vez primera en el libro ¡Yo que tan solo he nacido! (una biografía de César Vallejo), p. 319, y entregada al autor por Tany Villanueva.

Por: Miguel Pachas Almeyda*

Blanca como la nieve, de regular estatura, conversadora, alegre y de una belleza muy particular, es la mejor definición que puedo hacer de Otilia Villanueva Pajares, la mujer que más amó Vallejo en el Perú.

Cuando César trabajaba en el colegio Barrós, ubicado en la quinta cuadra del jirón Áncash, gracias a su colega Manuel Rabanal, conoció y se enamoró de la bella quinceañera con quien casi llega a tener un hijo. Él solía visitarla en su casa de la calle Maravillas, en los Barrios Altos; ella también venía a verlo constantemente al colegio donde dictaba clases de Literatura. Corría el mes de junio de 1918, y en diversos escenarios de la Lima de entonces se les vio juntos, completamente enamorados. Fue una historia extraordinaria, llena de amor y felicidad en un inicio, pero con un trágico final.

Muy pronto el poeta la convirtió en la musa de Trilce, su obra vanguardista por excelencia. A ella le dedicó varios poemas que describen paso a paso los sucesos más importantes de su relación amorosa. Después de asistir a una fiesta y bailar con ella una marinera limeña, escribió: “Me gustaba su tímida marinera / de humildes aderezos al dar la vueltas, / y cómo su pañuelo trazaba puntos, / tildes, a la melografía de su bailar de juncia” (Trilce XXXVII). Y cuando el amor llegó a su máxima expresión, naturalmente el romanticismo cedió el paso a Eros: “Pienso en tu sexo. / Simplificado el corazón, pienso en tu sexo, / ante el hijar maduro del día. / Palpo el botón de dicha, está en sazón. / Y muere un sentimiento antiguo / degenerado en seso” (Trilce XIII). Y como es natural también, temía un probable embarazo, dejando constancia de sus preocupaciones en los siguientes versos: “Los novios sean novios en eternidad. / Pues no deis 1, que resonara el infinito. / Y no deis 0, que callará tanto, / hasta despertar y poner de pie al 1”. Sin embargo, muy pronto sus temores se hicieron realidad: la bella Otilia, nacida en Cajamarca, salió embarazada; entonces, como todo poeta autobiográfico escribió en Trilce X: “Prístina y última piedra de infundada / ventura, acaba de morir / con alma y todo, octubre habitación y encinta. / De tres meses de ausente y diez de dulce. / Como el destino, /  mitrado monodáctilo, ríe”.

En estas circunstancias, la familia Villanueva le exigió que se casara con Otilia. El poeta se negó rotundamente. Entonces la familia optó por algo fatal: Otilia eliminó al hijo que llevaba en su vientre, y luego fue enviada a San Mateo, un pueblo de la provincia de Huarochirí. Vallejo nunca más vio a Otilia, y tampoco llegó a saber nada sobre el hijo o hija que pudo tener. Es así como escribió: “El niño crecería ahíto de felicidad / oh albas, / ante el pesar de los padres de no poder dejarnos / de arrancar de sus sueños de amor a este mundo” (Trilce LVI).

El 9 de julio de 1919, es la fecha que marcó el final de esta historia de amor. Y el poeta no pudo menos que plasmar sus más tristes recuerdos en los siguientes versos: “Se acabó el extraño, con quien, tarde / la noche, regresabas parla y parla” (Trilce XXXIV), y “En el rincón aquel, donde dormimos juntos / tantas noches, ahora me he quedado sentado / a caminar” (Trilce XV).

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* Miguel Pachas Almeyda es docente e investigador de la vida y obra de César Vallejo. Ha publicado libros como Georgette Vallejo al fin de la batalla (Juan Gutemberg Editores, 2008), César Vallejo y su América Hispana (Ediciones del Rabdomante, 2014), ¡Yo que tan solo he nacido! (una biografía de César Vallejo) (Juan Gutemberg Editores, 2018), y, además, ha escrito el guion para la película “El poeta”, que trata sobre la vida de César Vallejo en el Perú.

Para leer más artículos del investigador, visita su página de Facebook: https://www.facebook.com/miguel.pachasalmeyda

 

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